lunes, 9 de septiembre de 2013

Desesperación

Desesperado, insomne, el puf no funciona y cuesta respirar pero el pecho está bien, el problema es la cabeza sobre la que se ciernen espantos en jirones de verdad y realidad. 
El ron arrasa la garganta pero no aleja esas figuras firmes, perennes que me rodean.
Me digo que es la crisis de los 40, más de la mitad de mi vida ha transcurrido y si bien respiro con eso no basta. ¡Basta! es lo que me digo y la televisión me atropella con más de 70 canales de nada, de esa nada que no me abandona.
Y la muerte que insiste con entrometerse con su ritual sádico que sumerge en un laberinto minado de olvido y nada.
Me resisto y pienso en esa frase que dice que “la vida está siempre abierta a las posibilidades. La muerte es la imposibilidad de las posibilidades”. Ayuda pero nada.
La taquicardia se hace sentir, la respiración se acelera y la cabeza parece estar montada arriba de un formula 1 carente de frenos. ¿Por qué tanta furia?
Tengo una jauría adentro y cientos de seres que me señalan. Ensayo un pacto paranoide: bajen sus dedos y dejo de ladrar. Pero sus dedos montan en cólera y se abalanzan sobre mí para desmembrarme.

No hay escapatoria, el sueño llegará por inducción. Una redonda me hace sucumbir en las sábanas. La noche me ha atrapado.